domingo, 13 de abril de 2014

Sueños de ultrafondo

Voy corriendo en el calor de la tarde. Atravieso olivares y viñedos, y me envuelve el olor dulce  de las uvas maduras. El canto de las cigarras atruena, y la sombra de los árboles invita a sentarse un rato a descansar... pero siento que no puedo: debo entregar un mensaje, tengo una misión que cumplir.

Miro hacia abajo, y veo que, sorprendentemente, llevo puestas una especie de falditas y unas sandalias de cuero... no entiendo nada, pero sigo corriendo.

Me cruzo con un anciano campesino, que me ofrece vino. Paro por primera vez, y acepto un trago, también me da una especie de yogur denso. Al poco salgo corriendo de nuevo, y desde la distancia el anciano me grita algo ininteligible: "¡Pheidippiddessssss!"

Corro y corro hasta el límite de mis fuerzas, y remonto una última colina. Desde lo alto veo, al fin, mi destino. En el fondo de un valle se dibuja la silueta de una antigua ciudad: ¡ESPARTA!

Reanudo la marcha, ya cuesta abajo, con ánimos renovados. El camino empedrado cada vez está en peor estado, y voy saltando de piedra en piedra, pero cada vez voy mas rápido. Voy pensando en la increíble amortiguación de mis sandalias de cuero, cuando sucede lo inevitable: le doy una patada a una piedra y salgo volando con la cabeza por delante. Doy una vuelta en el aire y aterrizo en el duro suelo, arrancándome la piel de las manos y las rodillas... en ese momento me despierto.

Me levanto sudoroso y aturdido, y me siento en el borde de la cama. Paso un rato mirando al suelo, hasta que me doy cuenta de lo que ha pasado: "¡Maldición!, ¡Estoy soñando con el Spartathlon!"