sábado, 17 de mayo de 2014

El recorrido

Hace algo mas de 2500 años los persas desembarcaron cerca de la ciudad de Maratón, dispuestos a someter a Atenas y a toda Grecia. Los generales atenienses buscaron la colaboración de otras ciudades-estado para combatir a los invasores, y enviaron a un soldado-mensajero a pedir ayuda a Esparta. Ese soldado ateniense recorrió casi 250 km en menos de 2 días, convirtiéndose en el primer ultrafondista de la historia. Ese soldado era Filípides (Pheidippiddes), y el Spartathlon le rinde homenaje desde hace 31 años, siguiendo cada septiembre el camino que se supone recorrió en su misión.

La longitud del recorrido es de 246 km, principalmente sobre asfalto, incluyendo algunos pequeños tramos de pistas de tierra, y una ascensión por senderos de montaña. El perfil no es llano precisamente, y para colmo se cruzan zonas montañosas a partir del km 150, ¡perfecto!, lo mas duro para el final.

¿Qué hace que esta carrera sea tan difícil? ¿Por qué fracasan una y otra vez grandes atletas con una buena preparación? La distancia y el calor influyen, claro, pero lo que la distingue de otras carreras es su tiempo límite total (36 horas, lo que se estima que pudo tardar Filípides) y sus 75 puntos de control, cada uno con su propio tiempo de corte. Si llegas un segundo tarde a un checkpoint, un juez te invitará a abandonar la carrera. No hay piedad,  los tiempos de corte generan una gran presión, y fuerzan a cometer muchos errores. Los veteranos espartatletas comentan que aquí hay que correr, puedes caminar en las subidas (especialmente a partir del km 100), pero si el terreno es llano o en bajada y no estás corriendo, no llegarás a Esparta.

La salida del Spartathlon está en un lugar inmejorable: La Acrópolis de Atenas.
De ahí hay que salir de la ciudad entre un tráfico caótico, aunque veo en fotografías que durante esta parte de la carrera se habilita un carril con conos que asegura un poco la integridad de los corredores. Parece que hay consenso en que esta es una de las partes mas feas de la carrera, atravesándose varias zonas industriales, aire contaminado, conductores nerviosos que no entienden qué hacen esos tipos correteando en paños menores,...
Pronto se alcanza una carretera costera que lleva a Corinto, pasando por las antiguas ciudades griegas de Eleusis (donde los misterios que contaba Escohotado) y Megara, frente a la isla de Salamina (Todos estos nombre hacen que vuele mi imaginación, y me vea por allí trotando con mi túnica blanca…). Todas las crónicas de espartatletas coinciden en que es uno de los tramos mas bonitos de la carrera, aunque parece ser que es un continuo sube y baja...

Un punto culminante de la prueba es el cruce del canal de Corinto, que marca la entrada en la península del Peloponeso, tierras de espartanos. En Corinto (Km 81) está el primer gran punto de control, y es dónde antiguamente las asistencias personales podían empezar a ayudar a los participantes (Ojo, que estos 81 km no se hacen a pelo, éste punto es el checkpoint nº 22, así que previamente existen 21 avituallamientos, normalmente cada 3/5 km.). Este año cambia la normativa, y permiten la asistencia en el checkpoint 11, ciudad de Megara, km. 42. No sé si empezarán a ablandarse los espartatletas con estas concesiones…

Tras abandonar Corinto se visitan las ruinas del antiguo Corinto, otra de las joyas del patrimonio griego. Ojalá pueda ver por aquí el templo de Apolo... A partir de aquí empieza a empinarse el perfil del recorrido.
En el km 150 se llega a Nemea, que en la antigüedad celebraba unos juegos similares a los de Olimpia. Creo que se conservan restos del estadio y unas columnas del Templo de Zeus. Sería estupendo poder llegar hasta aquí y echar un vistazo, aunque sea apresurado...

Sobre el km 155 se llega a otro de los puntos calientes del Spartathlon: El monte Parthenio. Se deben ascender unos 900 metros, en unos 10 km de senderos por terreno pelado y ventoso, hasta el "Sangas Pass". A este punto se llega de noche, y en ocasiones la temperatura baja hasta los 4º, aunque a lo largo del día te hayas podido guisar con 30 o 40º. El peligro de sufrir una hipotermia es muy real, por lo que hay que dejar preparadas prendas de abrigo para recoger en el checkpoint de la base de la montaña.

Para colmo, una vez conquistada la cumbre, parece ser que la bajada es sumamente técnica, y con 160 km en las piernas, el personal no anda demasiado ágil, por lo que es aconsejable bajar muy despacio. Afortunadamente en este tramo los tiempos de paso se relajan muchísimo, y los espartatletas con experiencia en montaña afirman que es su tramo preferido, en donde pueden asegurar un buen colchón de minutos sobre los cortes horarios.

Una vez superada la montaña se entra en la región de la Arcadia, y amanecerá un nuevo y caluroso día para la mayoría de participantes del Spartathlon. (Hay que reseñar que en 31 ediciones solo 11 corredores han completado el Spartathlon en menos de 24 horas).

Lentamente se llega a las ciudades de Nestani, y Tegea, casi en el km. 200. Si tengo la suerte de llegar hasta aquí, podría ver las ruinas del Templo de Atenea Alea, e imaginar que soy uno de los Tegeatas que lucharon en las Termópilas junto a los 300 de Leónidas.

Tras dejar atrás Tegea se afronta lo que algunos veteranos llaman "la segunda montaña" del Spartathlon. Se ascienden algo mas de 300 m. en unos 22 km. Un desnivel irrisorio, pero las fuerzas ya irán al límite.

Para los afortunados que coronen esta cota, 975m., les espera una cuesta abajo de 28 km. a través del valle del río Evrotas. A 3 km de Esparta podrán ver un arco de bienvenida. Me imagino la emoción que se debe sentir al leer ese mensaje...

"SPARTATHLETES WELCOME TO SPARTA"



Tras callejear un poco por Esparta se llega a la avenida que lleva a los pies de la estatua de Leónidas. Se habrán recorrido 246 km., homenajeando a Filípides, se llegará con las fuerzas al límite y con un enorme castigo, pero niños en bicicleta acompañarán en estos últimos metros, mientras se recibe el aplauso de los habitantes de Esparta y de corredores de todo el mundo. Tras tocar los pies de Leónidas, unas jóvenes sacerdotisas te dan de beber agua del río Evrotas en una vasija, y el alcalde de Esparta te ceñirá una corona de ramas de laurel y olivo, ¡puede existir un trofeo mejor!   Dicen los veteranos que es la mejor llegada, la mas emocionante... debe ser verdad.

Sé que tocar esos pies metálicos está lejos de mi alcance, pero a veces, en sueños, llego hasta allí, me dirijo a la multitud y grito: "¡ESPARTA, ESPARTA!"

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